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JUAN YÁÑEZ les da la más cordial bienvenida. Es éste otro testimonio de una pasión urbana...esencialmente lo porteño, lo argentino, lo latinoamericano y también el universo todo...

martes, 31 de enero de 2012

Maradona como metáfora argentina



TRIBUNA: JOHN CARLIN Y CARLOS PIERINI  EL PAÍS (Madrid)

¿Hay alguna relación entre el futbolista y el peronismo? Sí, cuando se eligen entrenadores, presidentes o sistemas de características populistas, autoritarias y con pocos pies sobre la tierra, el resultado es el fracaso

JOHN CARLIN Y CARLOS PIERINI 05/10/2010
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                           Se dice con frecuencia que la solución a los problemas de la África subsahariana es la educación; que los recursos naturales abundan y si solo se pudiera proporcionar un buen nivel educativo a la gente el continente despegaría. No necesariamente. Miren el caso de Argentina. Todos los recursos naturales que quieran, una bajísima densidad de población y, a lo largo de la mayor parte del siglo XX, índices escolares que no han tenido nada que envidiar a Europa occidental. Pero hoy, en un país que hace 100 años era uno de los 10 más ricos del mundo, la tercera parte de los recién nacidos están condenados a crecer en la pobreza, si es que logran crecer. Ocho niños menores de cinco años mueren al día debido a la desnutrición en un país que debería ser, como hace tiempo fue, el granero del mundo. Semejante aberración florece en un contexto político en el que a lo largo de más de medio siglo juntas militares han alternado el poder con Gobiernos populistas, corruptos o incompetentes. El actual Gobierno peronista de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (como el anterior, de su marido Néstor Kirchner) es más afín al de Hugo Chávez en Venezuela o al de Daniel Ortega en Nicaragua que a los Gobiernos pragmáticos y serios de Brasil, Chile o el vecino Uruguay donde, por cierto, hoy se consume más carne per cápita que en Argentina. ¿Dónde ha quedado la famosa Justicia Social proclamada hasta el cansancio por el peronismo que ha gobernado la mayor parte del período democrático instaurado en 1983? ¿Cuál es el problema?
El punto de partida es la negación de la realidad. Este es el terreno en el que opera Maradona
El problema es Diego Maradona. O, para ser más precisos, lo encarna, como símbolo, Maradona, el "Diez", "el Dios Argentino", el ídolo nacional por goleada. La idolatría a los líderes redentores, el culto a la viveza y (su hermano gemelo) el desprecio por la ética del trabajo, el narcisismo, la fe en las soluciones mágicas, el impulso a exculparse achacando los males a otros, el fantochismo son características que no definen a todos los argentinos, pero que Maradona representa en caricatura payasesca y que la mayoría de la población, aquella misma incapaz de perder la fe en el peronismo, aplaude no con risas sino con perversa seriedad. El punto de partida es la negación de la realidad. Este es el terreno en el que opera Maradona y en el que su legión de devotos se adentra -como por ejemplo los 20.000 que fueron al aeropuerto de Ezeiza para darle las gracias tras la desastrosa actuación en el Mundial de Sudáfrica- para adorarle.
Esos mismos que disfrutaban como locos con las grotescas actitudes y dichos del ídolo -"¡que la chupen!"- fueron en manada a vitorearlo al llegar a Buenos Aires después de la goleada de 4-0 que Alemania le propinó, expulsando a su selección del Mundial. Presos de la nostalgia, no olvidan nunca que "ÉL" hizo el famoso gol con la "mano de Dios"; o sea que su mano y la mano de Dios son la misma mano. "EL" es uno con "DIOS". La manada entonces, mientras grita para adentro, "¡Si estamos unidos a Dios Maradona compartiremos toda su gloria!", grita para afuera: Maradooooooona, Maradooooooona. Y no olvidemos el dicho nacional, al mismo tiempo jocoso y lleno de convicción, "¡Dios es argentino!".
Diego Maradona fue un monumental jugador de fútbol. Pero la fama justificada no da títulos, ni derechos, ni conocimientos para opinar con absoluta certeza acerca de casi todo y al mismo tiempo desautorizar a todo aquel que no esté de acuerdo con sus ideas. En Argentina, mientras avergonzaba a algunos, hacía gritar de entusiasmo a muchos más. Creían, orgullosos, que unidos al " ídolo" todo el mundo "se la chupaba". En realidad el que se ha chupado todo, desde alcohol hasta cocaína, ha sido Maradona. Nadie lo acusa ni lo maltrata por su triste enfermedad. Solo se trata de señalar su soberbia desconsiderada, de carácter profundamente narcisista, base de sus penosas afecciones del alma, metáfora de la patología crónica de un país.
Hace 15 días Maradona dio su primera entrevista desde la debacle de Sudáfrica. El ex director técnico de la selección argentina, al que se le oyó diciendo minutos antes de aquel partido que su equipo iba a dar una lección de fútbol a los alemanes, no ofreció ni análisis, ni explicación por la derrota, salvo decir que el portero alemán estuvo "muy seguro" y después del 2-0 "nos vinimos abajo". Con un poco de suerte (la magia de la suerte lo abandonó, ¿el otro Dios estaba en su contra?) el partido se hubiera ganado. Culpa por el desastre no aceptó ninguna.
En cuanto a la victoria argentina 4-1 el mes pasado contra el campeón del mundo, España, bajo el mando de un nuevo seleccionador, confesó que prefirió no ver el partido. Claro. Porque ver aquel partido hubiera significado chocarse con la realidad y arriesgar salir del autoengaño enfermizo que le permitió afirmar en la misma entrevista que -avalado por el ex presidente Néstor Kirchner, que en una reunión la semana pasada le "felicitó" por el Mundial- él seguía siendo el candidato idóneo para dirigir la selección. "Daría la vida", dijo, "daría un brazo" por recuperar el puesto.
El fracaso de Maradona en el Mundial fue el espejo del fracaso de Argentina como país. Por un lado, una falta de rigor y humildad en la planificación; por otro, un derroche de los recursos disponibles. Talento sobraba, salvo que por amiguismo, ceguera, populismo patriotero o sencilla idiotez Maradona decidió no convocar a la mitad de los mejores; no solo no explotó los recursos que tenía, no los quiso ni ver. El nuevo seleccionador, Sergio Batista, puso en el campo contra España a cuatro jugadores básicos que Maradona ni siquiera había convocado para Sudáfrica y lo que se vio fue un equipo sólido que hubiera sabido competir contra Alemania, como contra cualquiera en el Mundial. Es decir, el sentido común existe en Argentina; solo que demasiadas veces, obliterado por la luz maradoniana, brilla por su ausencia.
En el sistema maradoniano solamente brilla la ilusión. Dentro de este sistema de pensamiento las cosas terminan no teniendo ni pies ni cabeza. Resultado: fracaso en la vida y arrastrando en el fracaso, en este caso, a la selección argentina, pero también se puede arrastrar a toda una nación. Recorriendo la historia del siglo XX sabemos la potencia destructiva de la ilusión cuando no es contrabalanceada por la realidad terrenal, nunca tan agradable ella como los espejismos de la ficción.
Cuando llevados por la fantasía se eligen directores técnicos o presidentes o sistemas de características populistas, autoritarios y antidemocráticos, con pocos pies sobre la tierra, el resultado inevitable es el fracaso. Un director técnico que no tiene ni ha tenido capacidad para manejar su vida, que además no es director técnico (por preparación) y por lo tanto al titularse así toma las características de un impostor, tuvo como resultado el descalabro de la selección argentina. Puede ocurrir nuevamente algo similar con la Argentina misma si los directores técnicos, léase la pareja que lleva siete años en el poder, siguen el camino compulsivamente repetitivo de la tergiversación permanente de la realidad. El endiosamiento de seres Ídolos-Dioses a los que no se debe criticar, como a Perón, Evita, Maradona, Cristina Fernández o Néstor Kirchner, intocables seres sin errores, lleva al fracaso reiterativo y doloroso que arrastra a millones de argentinos al sufrimiento. El granero del mundo se va convirtiendo en un país lleno además de granos de pústulas creadas por el sistema: fracaso, pobreza, desnutrición, inseguridad, criminalidad, destrucción de las instituciones, ataque permanente a la prensa opositora, ataque a la ley, destrucción de la educación (eso también) y llegamos entonces a que la fantasía de ser un pueblo "protegido" por los Dioses cae en una triste y ridícula realidad.
Las sociedades propensas a alimentar estas ilusiones, caen en la seducción hipnótica de líderes de estas características. Son sociedades cerradas, como dice Karl Popper, con un fuerte carácter autoritario, convicciones inamovibles y preponderancia al pensamiento mágico. En estos casos el horizonte de expectativas está absolutamente distorsionado por las ilusiones y las consecuencias se traducen en un sinnúmero de fracasos compulsivamente repetitivos. Decía Albert Einstein que la locura era repetir lo mismo una y otra vez, esperando diferentes resultados. Eso es lo que propone Maradona al reafirmar su derecho a dirigir la selección de fútbol. Al apoyar su estrambótica candidatura, los Kirchner, eso sí, están siendo consecuentes. Ellos también piden, pese al fracaso mundialista de su gestión, como el de los regímenes peronistas que los precedieron, que se prolongue su dinastía en las elecciones generales del año que viene. Es probable que lo consigan. Sería la victoria del pensamiento mágico maradoniano, sobre el que el sol de la bandera argentina nunca se pone.
John Carlin, periodista, vivió 10 años en Argentina; Carlos Pierini trabaja como médico psicoanalista en Buenos Aires.

EL BLOG OPINA
                                  ¡Qué tristeza...!!! Lamentablemente más claro no canta un gallo. La tesis de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, encaja a la perfección. Maradona no es otra cosa que el espejo de las 3/4 partes de los argentinos y así continuará siendo mientras la arrogancia y la fatuidad estén por encima de la dignidad y el decoro...

domingo, 15 de enero de 2012

Argentina y sus "amigos"



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RICARDO TROTTI |  EL UNIVERSAL  (Caracas)
domingo 15 de enero de 2012  12:00 AM

                                 En coincidencia con la recepción de alfombra roja que recibió esta semana en América Latina el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, los 30 años de la guerra por las islas Malvinas y los 20 del atentado contra la embajada israelita en Buenos Aires, es hora que el gobierno argentino elija mejor a sus amigos latinoamericanos.

Ahmadinejad, en su quinto viaje a la región para contrarrestar el anuncio de EEUU y la Unión Europea de mayores sanciones por su dudoso programa nuclear con fines pacíficos y su amenaza de cerrar el grifo petrolero en el Estrecho de Ormuz, paseó su propaganda antiestadounidense por Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, recogiendo flores que en su país se le niegan.

En ese banquete antiimperialista, a Raúl Castro, Rafael Correa, Daniel Ortega y Hugo Chávez se les olvidó reparar en el reclamo de sus colegas Cristina de Kirchner, de su esposo fallecido, Néstor y de la justicia Argentina, que acusan a Irán de la autoría intelectual de los atentados en Buenos Aires contra la embajada israelí en 1992 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994.

Cristina no debería ser ingenua. Sus cuatro "amigos" jamás criticarán las pericias antidemocráticas de su aliado persa porque ellos mismos las practican, con fraude electoral, apoyo a movimientos terroristas y persecución a la prensa independiente. En Cuba están prohibidas las expresiones y reuniones, se reprime y encarcela a disidentes; en Nicaragua, Ecuador y Venezuela se han vivido procesos electorales irregulares; se persigue judicialmente a los medios provocando su cierre y forzando a periodistas al exilio; mientras que los cuatro gobiernos tienen un largo historial de apoyo a las narcoguerrillas de las FARC.

La revolución de Ahmadinejad es responsable de tres millones de votos irregulares que en el 2009 le dieron la reelección; de la represión salvaje contra manifestantes que precedió a la Primavera Árabe; de ser la mayor prisión de periodistas del mundo, con 42 encarcelados el año pasado y de haber planificado ataques contra plantas nucleares estadounidenses y otros atentados contra embajadas sauditas e israelitas en Buenos Aires y Washington, según evidencias descubiertas en meses pasados.

Los mismos cuatro gobiernos justificaron su soberanía para recibir al régimen terrorista iraní y no faltaron críticas al embargo estadounidense contra Cuba. Pero ignoraron que es ejercicio soberano de las naciones observar o implementar bloqueos como el que ratificaron esta semana los países miembros del Mercosur, al prohibir que barcos con bandera de las islas Malvinas recalen en sus puertos.

Los embargos y bloqueos económicos, aunque no tengan los efectos deseados, como el de reinstaurar la democracia en Cuba después de 50 años, sirven para presionar e instalar posiciones políticas en la agenda internacional, como el efectuado por las Naciones Unidas contra Sudáfrica, en solidaridad con las víctimas del apartheid.

Bajo esas premisas solidarias, esta semana los gobiernos de Dilma Rousseff, Sebastián Piñera, Fernando Lugo y José Mujica ratificaron la decisión del Mercosur de su reunión en diciembre, para apoyar a Argentina en su reclamo por la soberanía de las islas Malvinas que intentó recuperar en la guerra de 1982.

Gran Bretaña trató de revertir esa decisión con fuerte presión diplomática contra Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, pero bastó que el gobierno argentino recordara las decenas de resoluciones emitidas por las Naciones Unidas que solicitan a los ingleses sentarse a la mesa de negociaciones y abandonar su absurda tozudez por mantener el colonialismo.

Sin dudas, el bloqueo del Mercosur es un espaldarazo para las aspiraciones argentinas sobre las islas Malvinas; pero es insuficiente, debido a que los barcos malvinenses pueden burlarlo cambiando sus banderas por la del Reino Unido. Sería más efectivo si el bloqueo se aplicara a todos los navíos ingleses y si se lograra que Chile también cierre la línea de vuelos comerciales entre Punta Arenas y el archipiélago.

Por otro lado, sorprende que Correa y Chávez desaprovechen sumarse solidariamente al bloqueo para revalidar sus aspiraciones de ser socios plenos del Mercosur; aunque es buena oportunidad para que el gobierno argentino sepa cuáles son realmente sus buenos amigos. 

EL BLOG OPINA 
                                  Amigos son los aquellos que poco hablan y mucho hacen cuando es necesario. El Sr. Correa y el Sr. Chávez son amigos solo de sus intereses. Con amigos así, preferimos a los enemigos, porque entonces sabremos a que atenernos y analizar donde estamos parados...